La edición de la traducción


¡Hola, lector! ¡Hola, lectora! Hoy nos adentramos un poco más en el mundo de la traducción.

Quizá no conozcáis a fondo la labor de una traducción, pero seguro que miles de veces habéis tenido entre vuestras manos una obra traducida. A pesar de lo que pueda parecer, la traducción literaria es de todo menos sencilla.

A la hora de traducir, lo primero que hay que tener en cuenta es el original: ¿cuál es la intención del autor? ¿Cómo hay que posicionarse a la hora de traducir? Para ello es esencial leer con atención y analizar el texto. En base a ello se decidirá qué perspectiva abordar según cada pasaje: ¿hay que transformar para que la intención del autor permanezca al máximo en la traducción o, además, es necesario mantener ciertos rasgos de la lengua del original?

Aquí es donde entran en juego dos conceptos: la naturalización y el extrañamiento. La naturalización consiste en adaptar las expresiones y modismos a la lengua (y cultura) a la que se traduce. Esto hace que el lector olvide que se encuentra ante una obra traducida y se emplea, por ejemplo, al adaptar un chiste en el que solo se quiere mantener el sentido. El extrañamiento, en cambio, pretende preservar al máximo el original, hacer al lector consciente de que tiene entre sus manos una traducción. Se produce extrañamiento, por ejemplo, cuando en una traducción desde el inglés se mantiene la pasiva perifrástica, menos empleada en español, por lo que este enfoque suele requerir de un lector muy atento. Lo más habitual es que extrañamiento y naturalización coexistan en una misma obra.

En el caso de El rostro tocado por la pena, nos encontramos ante dos particularidades: la primera, el estilo tan rico de Prassinos, lleno de imágenes evocadoras y líricas, y la segunda, los juegos con el lenguaje, que provocan extrañamiento en el original. La labor de la traducción y de nuestra edición ha consistido en intentar preservar en español lo que es natural en francés y en mantener esa extrañeza del original, en definitiva, respetar la escritura tan trabajada de nuestra autora.

Como ejemplo de extrañamiento os podemos adelantar una frase: «Abandonado, la mano puesta en la manivela de la mantequera, parecía dormir, el busto erguido, los ojos abiertos, patéticos». En el fragmento destacado, lo más común en español sería que apareciera con la preposición, pero optamos por eliminarlas para otorgar un rasgo poco común que el texto requería.

Sin embargo, en otros casos como el de esa frase sí hemos restituido la preposición para naturalizar, como muestra este fragmento: «Así, inmóvil, con los prismáticos capturados en sus manos muertas, parecía un títere que se hubiera estropeado en su último gesto».

Como habéis visto, en una traducción es esencial el respeto al original. Un traductor debe conocer a fondo la obra, entender perfectamente el estilo del autor y sus intenciones y, en muchísimas ocasiones, saber cuándo se hace referencia a otras obras. Por ello, cada vez que tengáis ante vuestros ojos un libro traducido, esperamos que seáis conscientes de todo el trabajo que hay puesto en él.

¡No olvidéis que podéis seguirnos en Twitter, Instagram y Spotify para saber más!

Inés


Una respuesta a “La edición de la traducción”

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar